viernes, 17 de abril de 2015

DE VUELTA...Y CONCURSO DE FOTOGRAFÍA

De nuevo por aquí. Y vuelvo como lo empecé, con la fotografía. Hoy, mostraré las cuatro fotografías con las que participé en el concurso de "Córdoba LUZe". Este concurso ha sido de esos que te vuelven a ilusionar. Hecho en tu ciudad, buscando ensalzarla, mostrarla en su belleza nocturna, un disfrute que hacía tiempo no tenía. El último concurso ilusionante fue el que hacía la empresa de aguas EMACSA, basado en la temática del agua en Córdoba. Por entonces, las cámaras reflex digitales eran impensables. Era una lucha al carrete. Mi Nikon F65(reflex analógica) supo ganarse un accesit que me bautizó en esto de los concursos fotográficos.
Este concurso, el de Córdoba LUZe, consistía en mostrar la nueva iluminación descarada, innovadora, que el ayuntamiento de nuestra ciudad quería o quiere enseñar en algunos monumentos, plazas, Iglesias, fuentes, murallas...todo ello con mayor eficiencia energética, sin conllevar ésto menor belleza o menor espectacularidad. Por tanto, hablamos de fotos nocturnas. Esto conllevaba, con mi limitado equipo, tirar de trípode, y buscar los rincones lo menos transitados posibles. ¿Cuándo? pues eso, metido en la noche y madrugada. Y así lo hice. Empezando a las 23h aproximadamente, y disfrutando hasta las 02.30h del nuevo día. Ese silencio, ese momento, ese "feeling" fotógrafo-entorno, sin duda me cazó. Creo que esto fue lo que removió esas mariposas en mi estómago fotográfico. Lo repetiría una vez a la semana.

CORDOBALUZE CONCURSO FOTO 

Hoy no hablaré de la polémica suscitada en dicho concurso organizado por cierto, por Diario Córdoba y patrocinado por nuestro ayuntamiento de Córdoba. No me apetece. Hoy tan sólo me quedaré con la ilusión que volvió a renacer en mí. La fotografía y yo, yo y la fotografía. Aquí mis obras, para tod@s vosotr@s.

2 modalidades, panorámica y detalle.

AQUÍ SURGIÓ EL AMOR I
PASADO Y PRESENTE
VIANA, BALCÓN CON SELLO ARISTÓCRATA



IBN HAZM, CÓRDOBA A TUS PIES






viernes, 4 de octubre de 2013

EL REBAÑO DA LA FELICIDAD ... A LAS OVEJAS



Viendo una foto de un rebaño grandioso de ovejas adornando el devenir de un día en apariencia normal en nuestra ciudad de Córdoba, me representa el espejismo actual de la vida que nos ha tocado afrontar en estos tiempos. La estampa repleta de  seres lanosos, envuelven a  un hombre cargado de años, de trabajo, conduciéndolos por ese desierto de asfalto en el que lo más verde en la visual apariencia, son largas ramificaciones semafóricas.  Decía, que ese señor y sus obedientes herbívoros, podrían representar con toda transparencia y realidad a lo que hoy en día somos, borregos y ovejas al servicio de uno. Todo mi respeto y admiración hacia ese señor que encima conozco. Introdúzcanse en el paralelismo. No se queden en el pastor.

            Somos así, un rebaño de ovejas aletargadas, apiñadas, temerosas de despegarme del tumulto,  no recibamos un garrotazo. Eso es Córdoba, Andalucía, España,… un tremendo prado habitado por rebaños cercados, que apenas salgas de la valla, zas! Zarpazo y para dentro. Esas ovejas, las de la foto digo, esas son más inteligentes que nosotros, son más pacientes que nosotros, más humildes,… No tienen vergüenza de qué le dirán desde fuera, hacen oídos sordos, apenas balan, eso sí, dejan un rastro a su paso que dejan huella. Han sido importantes, han dado la nota, en silencio, todas unidas, a algunas le miras la cara y parecen sonreír, formando un todo, y encima conseguirán su objetivo, único, deseado y  que no es otro que su ración alimenticia para el futuro. Se conforman con poco. Y aquí el quid de la cuestión.

El hombre, la mujer, no es así. Al hombre y la mujer les ha perdido el raciocinio. El razonar, nos hace diferentes unos de otros, que viene bien, pero para este caso no. En cuanto uno piensa, échate a temblar. Si tiene poder, o carguillo, ya mejor que desaparezcas. ¿Quién se conforma con poco?, la respuesta es clara: quienes han sucumbido a salirse del rebaño.  Esos, que lo único que han podido hacer es ponerse a los pies de un carguillo, ahora se ven abandonados a su suerte. Y es que, oveja herida, oveja muerta.

El poder de algunos o algunas, no lo han sabido aprovechar. El engrase de esta máquina llamada mundo, lo han guardado a buen recaudo esos carguillos. Ese engrase se llama dinero, sin engrase, la máquina no funciona. Sin máquina no se produce, y si no se produce, mueres. Lo mismo que una oveja. Si se para, no comerá, morirá, y por tanto adiós a la lana, adiós al queso, adiós oveja,… adiós.

Sin embargo el poder, el carguillo, sigue recopilando su producto, ya que lo ha invertido en otros menesteres, y en esos, ahí sí que producen. Y para él, esa máquina habrá muerto por falta de engrase, pero tendrá otra que engrasar y posteriormente matar… Y así gira este ejemplo, bueno este ejemplo y nosotros. Desgraciadamente en estos tiempos abundan carguillos hasta debajo de las losas, pero no podemos parar sus máquinas, son las que nos dan de comer, o la que si ahora no nos dan, nos dieron o nos darán. 

Qué difícil esto de vivir dónde vivimos y cómo vivimos. Este agotamiento, las ovejas no lo tienen. Ellas van siempre fuertes, gozosas, pues su puerta del fondo la están viendo para darse el festín.  Eso podría hacer el hombre, mirar esa puerta del futuro, la que tenemos delante y no vemos. La que nos haría vivir con la alegría que nos merecemos pero, ¿cómo decirle a uno del rebaño que se ha salido que sonría aunque no tenga engrase para su familia? ¿Qué decirle? ¿Cómo ayudarle a reír? ¿Cómo mostrarle nuestra solidaridad? …

La respuesta la tienen las ovejas, esas que ayer cruzaban desde el puente del Arenal hasta la avenida Carlos III para encarar la Cañada Real Soriana…

viernes, 13 de septiembre de 2013

ME GUSTABA Y NO SÉ POR QUÉ.


            Estaba oscuro, o claro, según supiera. Sin embargo, apenas podía moverme. Bueno, lo hice, pero al final recuerdo que me costaba mucho. No entendía aquellos movimientos, aquellos ruidos extraños, yo no veía nada. Pero hubo un instante, un momento, un suspiro de honda duración, en el cual sentía como si un colchón de nubes de algodón me envolviesen hasta dejarme en el más profundo de mis sueños. Sí, soñaba mucho. Me gustaba soñar con otro lugar, otros ruidos, otro paisaje, y no sabía por qué, pero lo soñaba. Dicen que todos los sueños  se cumplen si luchas por ellos, entonces no me quedaba otra, tenía que luchar por conseguir aquellos sueños. Sueños sin nombre ni apellidos, sin luces ni sombras, sin alma y con alma. Unos sueños sin poder verlos, pero que convivían conmigo, y no  sabía por qué. 

          Llegaba un momento en el cual pasaba de la tranquilidad más absoluta, a la taquicardia más generada. La primera vez recuerdo como si de una pesadilla se tratase, pero poco a poco comprobé que era cotidiano. Muchas veces no me agradaba, pero entendí que después de esa taquicardia monumental venía un sentimiento, un estado de placer incomparable con cualquiera de los antes vividos. Por tanto, ese momento de desagrado, al final me gustaba pues sabría la recompensa, que no era otra que esa cúspide de placer en todo mi ser.

 También oía ruidos. Unos ruidos extraños. A veces, los escuchaba y duraban segundos o minutos, o quizás horas. Otros [ruidos] eran continuamente. Esta continuidad se volvió familiar para mí. Era un sonido como si lo recordase cuando era aún pequeño. No lo sabía, pero igualmente me creaba un estado de bienestar que  más que placer me proporcionaba seguridad. Esta seguridad se convirtió en obsesión. Quería escucharla, que no oírla. Y a veces la oía y no escuchaba.

             Pero no todo eran ruidos. El buen comer era  mi momento. El más apreciado, el más deseado.  Mis comidas no eran abundantes, pero sí copiosas y variadas. Algunas me gustaban mucho, otras me gustaban menos, pero me gustaban. Mi comida estrella era ese líquido oscuro, espeso y esponjoso llamado chocolate.  Qué vitalidad me daba. Creo que en el futuro comería  chocolate para desayunar, chocolate para almorzar y chocolate para cenar.  No me importaría. A todas horas.  Pero algo me dice que esto también es un sueño.

         Todas estas experiencias tenían un denominador común, un ente pesado, un individuo casi inaguantable que cada vez que hablaba conmigo era para cansarme. Sin embargo, sentía como con los sueños: ni lo veía, ni lo intuía, ni lo imaginaba, pero al final me encantaba su presencia, o  quizás me obligó a que me encantara. No entendía el por qué me cantaba de esa manera tan nefasta y desentonada. ¿Y los golpecitos? ¿y las maneras de despertarme cuando el sueño aquel tan profundo y rico colmaba mi descanso? ¿y la manía de querer moverme sin yo quererlo?, una auténtica falta de respeto digna de denunciar. Pero al final, me gustaba. Tanto me gustaba que sabía que aquel individuo, aquel ente, aquel denominador común sería esa luz entre tanta oscuridad, ese sueño cumplido, esa taquicardia tranquila, ese ruido placentero y esa ración del extraordinario chocolate. Ese denominador común, al final tenía nombre,  apellidos, cara, sentimientos y vida;  y además de todo esto un apodo maravilloso:  MAMÁ.
 

Dedicado a todas las mujeres que se sientan mamá, lo hayan sido o no, lo sean o serán.

lunes, 9 de septiembre de 2013

ESE CARTEL, ESE TROZO DE CARTÓN COMO OTRO CUALQUIERA

Miras a lo lejos, y lo ves sentado. Será uno más, sucio y con barbas de tres trimestres. Llevará una chaqueta de cuadritos pequeña y debajo una camiseta probablemente de manga corta de un color indescriptible. Apuesto a que los pantalones mostrarán el lado más indigente de su persona, con innumerables manchas de todo. Los calcetines hace tiempo que los dejó de usar, pues la piel mejor llevarla aireada que no tapada.  Pero me voy acercando y voy encontrando algo inusual pero a la vez  cotidiano, sí, parece un señor como tú que has pasado y lo miraste de reojo con la misma sorpresa a la que yo me iba a enfrentar. Un señor  como si empotrado por una recién caída se tratara, y que no pudiese levantarse. Un casi apuesto señor afeitado, de mediana edad, con edulcorantes zapatos de cordón fino, vaqueros impolutos como si la humedad del vapor de la plancha aún pudiésemos apreciarla, camisa de manga corta a cuadros finos, elegante y jovial, algo apretada por el lustro del principal, pero  casi, diría yo, impecable.

Eso sí, su carnet de identidad emotivo, de expresión, en definitiva, la descripción de su cara, definía la realidad actual, presente, pasada y probablemente futura, enfrentada al ilusionismo  de un viandante que quiso correr más que aquel señor. Su cara lo describía casi a la perfección como un hombre de dolor inesperado pero intenso, de frustración cavada en su sino y aumentada con una vergüenza del qué dirán. La desgarradora mirada clavada en el perfil de terrazo frío donde  aposentaba su impecable armazón, era dura, durísima. Ese momento se paró en el tiempo, algo inesperado, un querer y no puedo, mis pasos harán que me aleje poco a poco, no quiero perderme en la distancia, quiero sentarme con él, levantarle esa cara, que me charle de los tantos por qués que tendrá en su testa,  el culpable de ese cartel. Querría que en lugar de suelo fuese banco, con patas, para hablar y reírnos como si de dos amigos del alma se tratase, pero no puedo parar. No soy capaz de hacerlo, me alejo. Mi mayor vergüenza hace que tampoco me de la vuelta para, al menos, echarle unas monedillas. Ese cartel, ese trozo de cartón como otro cualquiera, llevaba una leyenda escrita. Llevaba una vida desgarrada y rota, una familia en el ocaso y a la vez al filo del precipicio. Y no era un vagabundo más, era un como tú o como yo. Una persona que podría pasar desapercibida, pero ahí no, en esa losa no.

Seguí  y mi momento de vida se grabó para siempre. La gente pasaba descuidada al lado suya, algunas y algunos sin tan siquiera mirarlo, otros como si de una papelera se tratase mostraban indiferencia. Yo, había sido muchos de éstos, pero desde aquel momento no. Ahora paso delante de un señor o señora, y lo/la miro, leo si tengo que leer, y si puedo en ese momento echar, echo. Ese cartel cambió mi normal paseo por  Ronda de los Tejares.  Ese cartel  no pedía dinero,  decía “NO PIDO DINERO, SÓLO UN TRABAJO CON QUE ALIMENTAR A MI FAMILIA”.

miércoles, 8 de mayo de 2013

MAYO, INVENCIBLE...

Llegó. No se si tenía tantas ganas de que llegase como de que no. En un momento puedes pensar que llega y se irá, esto te transmitirá tristeza, melancolía. En otro momento más importante piensas...claro que quiero que llegue,¡¡ pero ya!!
Y es que Mayo es así. LLega sin avisar, pero con mucho ruido. Córdoba lo está esperando, quiere plantarle batalla un año más. Mayo descarga su tremenda artillería de color, de fragancia, de flor, de luz, de fiesta, de tradición... por su parte Córdoba se defiende con su historia, sus gentes, sus calles, sus silencios...
Es una batalla más de las que llevan produciéndose tantos y tantos años.
Y es que un cordobés/sa, desde que nace sabe cuál es el mes de esa batalla. Bueno, quizás haya alguno/a que no, de todo en la viña, ya se sabe. Pero continuando en el ardor de la batalla, las flores se convierten en cartuchos de ida y vuelta, en lo que podemos llamar el preludio de Mayo: LA BATALLA DE LAS FLORES. 
Esas flores, impactan sobre Córdoba, sobre sus plazas, barrios, rincones... creando la primera parada para recargar: LAS CRUCES.
Toda batalla necesita de historia, de lugares, de gentes, de sentimientos, de ideas...todo esto resume el lugar donde Mayo más presume: LOS PATIOS.
El cansancio se deja notar en ambos bandos, sin embargo Córdoba se vuelve a defender del último ataque que la hará vencedora o vencida. Es el ataque más descabellado en el que Mayo intenta, por todos los medios, revolverse para acabar victorioso. Es infalible, es invencible, es ganador...así es Mayo. Su última carta, gana de nuevo al alma de Córdoba, de los cordobeses/as...es irresistible. Los combatientes se desviven y se rinden ante: LA FERIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA SALUD (que no del Arenal).
Y así acaba Mayo, como siempre, ganando los corazones de sus gentes, de sus tradiciones, de su historia...Córdoba al mando, y los cordobeses/as, y demás gentes como fieles soldados que vienen a su defensa y envite, se han vuelto a rendir ante Mayo. 
Una batalla tan dura, tan real, tan viva...llega a ser bella. Desde su derrota, estoy seguro que, Córdoba y sus gentes les quedará todo un año para rearmarse y volver a plantarle cara a su rival invencible: MAYO. 
Al menos siempre podremos decir aquello de:
"HEMOS PERDIDO UNA BATALLA, PERO NO LA GUERRA. HASTA LA PRÓXIMA".
O esto otro:
"FUE BONITO MIENTRAS DURÓ". 

jueves, 6 de diciembre de 2012

LOS PATIOS DE CÓRDOBA, PATRIMONIO INMATERIAL DE LA HUMANIDAD


 Era nuestro estandarte en Mayo. Es nuestra fiesta identificativa. Será el orgullo que nos reconozca fuera de nuestras fronteras. Los patios de Córdoba, no son únicamente piezas arquitectónicas únicas y conservadas, es algo tan difícil de explicar que se puede asemejar a un SENTIMIENTO. ¿Cómo definimos un sentimiento?...imposible. Pues los patios de Córdoba igual. En ese recinto existía una armonía, una vida, una fragancia, una cortesía, amabilidad, hermandad...todo en uno hacían el patio. Ese patio, el de antaño, en el cual, todo era de todos, y todos eran de todo.

 Aunque vivían muchas familias y éstas tenían su propia casa, sólo existía una puerta, la de entrada. Las puertas estaban abiertas como el corazón de cada uno de los vecinos y vecinas que allí se congregaban. La pila tenía su horario, el baño, en ocasiones uno para todo el patio, era de servicial uso, la cocina, también a veces única, preparaba los pucheros para todos los vecin@s y la encargada normalmente era, la mujer de más edad, que aderezaba con sus guisos a los que venían de su jornal en el campo o huerta. Esta gente no era rica de materia, era rica en lo más importante, de corazón. Si alguien sufría, todos sufrían, si alguien lloraba, todos lloraban, si alguien se alegraba, todos se alegraban,...no existía la envidia, pues sólo se tenía lo que se podía. El rencor se quedaba de patio para afuera, y el que pasaba, ese, esa....disfrutaba, entraba como en un mundo externo, en otro mundo. Qué tiempos, os aseguro, que hoy en día lo echaríamos de menos. ¿Cuántas niñas habrán jugado a la comba? o  ¿cuántos niños a la pelota? ¿cuántas jovencitas cosían o crocheaban entre fragancias de geranios, gitanillas o jazmín? la enseñanza para muchos era la vida del patio. Y muchos de estos niños o niñas son hoy son o fueron nuestros padres. Preguntad..., todos hemos tenido relación antaño con el patio cordobés, pero con su adentro:
 
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Gracias Córdoba, gracias a Andalucía, nuestras ciudades hermanas, gracias a España entera, gracias cordobeses/as, gracias organizaciones y entidades públicas y privadas. Gracias Mayo, gracias mayores, gracias niños... pero permitidme subrayar y enfatizar en aquell@s que fueron y son inquilinos o propietarios de ese sentimiento que se llama PATIO CORDOBÉS. Much@s de ell@s ya no están entre nosotr@s. A ellos les debemos el reconocimiento, ell@s forjaron esos rinconcitos en el que un pozo, un sinfín de macetas, unos vecin@s, unos cotilleos, en definitiva un patio, hicieron sin darse cuenta, un SENTIMIENTO hoy hecho realidad para Europa y resto del Mundo. Al pasado y al presente infinitas GRACIAS. Al futuro, muchísima SUERTE!!!
Por último, cordobés, cordobesa...que vive aquí, fuera de aquí, que nació aquí, que no nació aquí pero que vive en esta ciudad, o que ha vivido, a todos, a todas...sentiros orgullos@s de lo conseguido. CÓRDOBA, ES ASÍ,... Y POR PARTIDA TRIPLE: MEZQUITA, CASCO HISTÓRICO Y LOS PATIOS...ES PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD POR LOS CUATRO "COSTAOS"